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La sorprendente razón por la que tiene antojo de comida grasienta

¿Su cuerpo parece que le OBLIGA a comer alimentos grasos?

¿Alguna vez ha tenido un antojo insaciable de algo grasiento y tentador…? Un cubo grande de pollo frito grasiento, una enorme hamburguesa con queso, torreznos…

Da igual cómo de saludable comamos normalmente, porque lo cierto es que todos hemos cedido a la necesidad de comer algo grasiento, cremoso, ya sea excepcionalmente, o de forma habitual.

Y una vez que empieza, es casi IMPOSIBLE parar.

Puede pensar que esos antojos hipercalóricos comienzan en nuestro cerebro o en nuestras papilas gustativas.

Pero un nuevo estudio realizado en la Universidad de Columbia y publicado en la revista Nature descubrió que los antojos de grasa se originan en OTRA parte del cuerpo. Y no importa cuánto intentemos combatirlo, ese deseo biológico nos impulsa a seguir comiendo MÁS.

Reacción visceral

Si tiene sobrepeso, puede pensar que se debe a su falta de fuerza de voluntad o de disciplina para controlar sus antojos.

Pero no es cierto.

Porque una vez que come grasa, anhela aún más. NO porque sea débil y no pueda decir que no, sino porque su cuerpo NECESITA más grasa.

¿Suena difícil de creer?

Bueno, los investigadores de la Universidad de Columbia realizaron un estudio en ratones para investigar dónde se originan los antojos de grasa.

Y resulta que NO es la lengua, sino en la TRIPA.

Su investigación descubrió una conexión intestino-cerebro que crea un FUERTE deseo por los alimentos grasos cuando el cuerpo NECESITA grasa.

Como señaló el investigador principal, “la lengua le dice a nuestro cerebro lo que nos gusta… y el intestino le dice a nuestro cerebro lo que necesitamos”.

Para el estudio, a los ratones se les dio a elegir entre dos botellas de agua diferentes. Una botella contenía grasas disueltas y la otra estaba aromatizada con un edulcorante que los ratones encuentran difícil de resistir.

Pero después de unos días, sí resistieron al agua azucarada, prefiriendo claramente el agua llena de grasa. E incluso después de que los ratones fueran modificados genéticamente para perder su capacidad de saborear la grasa, todavía seguían eligiendo el agua grasosa en lugar de las cosas dulces.

¿Por qué? Porque una vez que comieron grasa, se puso en marcha una cadena de fenómenos en sus intestinos y cerebros que crearon fuertes antojos biológicos de más grasa.

Como señaló un investigador: “Aunque los animales no podían saborear la grasa, se sintieron impulsados a consumirla”.

Un nuevo camino hacia la pérdida de peso

Se necesita más investigación, pero estos hallazgos preliminares abren la puerta a nuevas estrategias para cambiar la respuesta del cerebro humano a la grasa.

Como concluyeron los investigadores, “el consumo excesivo de alimentos baratos y altamente procesados, ricos en azúcar y grasas, está teniendo un impacto devastador en la salud humana

Cuanto mejor entendamos cómo estos alimentos “secuestran” la maquinaria biológica que subyace al sabor y al eje intestino-cerebro, más oportunidades tendremos de intervenir. Y eso puede contribuir MUCHO a combatir la obesidad, la diabetes y una muerte prematura.

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