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“Recenar” aumenta el hambre, ralentiza la quema de calorías y dificulta la pérdida de peso

(NO son solo las calorías)

Ya han pasado varias horas desde la cena y todavía no se ha acostado.

Tal vez se quedó despierto hasta tarde para ver su programa de televisión favorito… o para terminar otro capítulo de esa novela que no puede dejar de leer… o leyendo interminables mensajes y vídeos en las redes sociales.

Y mientras va pasando la noche, va picoteando un poco de esto y un poco de eso otro.

O tal vez se fue a la cama a tiempo pero se despertó hambriento unas horas más tarde. Así que ahora se dirige a la nevera en busca de un tentempié de medianoche para aguantar hasta la mañana.

Nos ha pasado a todos.

Pero ahora un nuevo estudio confirma que comer a altas horas de la noche aumenta el riesgo de obesidad, e identifica las razones.

Una pista: NO se trata solo de esas calorías de más.

Sabemos que comer TARDE puede provocar un aumento de peso, y pensábamos que se debía al exceso de calorías.

Sin duda comer tarde aumenta la grasa corporal y dispara el riesgo de obesidad, pero los investigadores también sabían que este hábito hace MUCHO MÁS DIFÍCIL perder ese peso extra.

Así que realizaron un estudio para averiguar POR QUÉ, cuyos resultados se han publicado en Cell Metabolism.

Reclutaron a participantes con sobrepeso u obesidad y los dividieron aleatoriamente en dos grupos.

Un grupo cenó TEMPRANO… y el otro cenó 4 horas MÁS TARDE.

Pero por lo demás todo era exactamente IGUAL: comían exactamente lo mismo, se levantaban de la cama a la misma hora, se acostaban también a la misma hora y hacían el mismo tipo y cantidad de ejercicio.

Mantuvieron su horario asignado durante 3 semanas, y luego se intercambiaron. Los que comían temprano ahora comían tarde, y viceversa, lo que continuaron haciendo durante OTRAS 3 semanas.

Los investigadores midieron periódicamente el peso de los participantes, su temperatura corporal, sus niveles de hambre y la cantidad de energía que quemaban.

¡Y vaya si la hora de cenar marcó la diferencia!

Para empezar, comer MÁS TARDE afectó directamente a los niveles de las hormonas grelina y leptina, que regulan el apetito y la saciedad.

Más concretamente:

  • La grelina, que estimula el apetito, aumentó un 34%.
  • La leptina -que impulsa la sensación de PLENITUD- se desplomó.

Y sus niveles se mantuvieron así durante 24 horas.

Comer cuatro horas más tarde también hizo que los sujetos desearan alimentos poco saludables, especialmente carne, almidón y sal.

Por si fuera poco… los tardíos quemaron MENOS calorías. Y su tejido adiposo mostraba cambios moleculares que lo hacían MÁS FÁCIL de almacenar y MÁS DIFÍCIL de perder.

Llamamiento a todos los madrugadores

Sabemos que algunos cambios en el estilo de vida, como seguir una dieta sana y hacer ejercicio, pueden ayudar a perder peso y evitar que se acumule.

Y gracias a este estudio, podemos añadir dos factores más a la lista…

Cenar TEMPRANO… y quizás lo más importante y no picotear después de haber cenado.

Por supuesto, a veces las circunstancias obligan a comer más tarde o a quedarse despierto hasta más tarde de lo que le gustaría.

Pero planificar con antelación le ayudará a evitar tomar malas decisiones alimentarias.

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