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Inteligencia Artificial: ¿podríamos predecir pronto el próximo paso del cáncer?

(Impactante)

En la partida de ajedrez frente al cáncer, los médicos a menudo sienten como si estuvieran jugando con los ojos vendados.

¿Qué pacientes verán cómo su enfermedad se propaga rápidamente y requerirán un tratamiento rápido y agresivo? ¿Y quiénes podrán librarse de las tóxicas terapias, ya que es poco probable que su tumor haga metástasis?

Durante décadas, estas preguntas han desafiado las respuestas fáciles, y los médicos se han visto obligados a confiar en conjeturas fundamentadas e indicadores inexactos.

Pero un nuevo estudio piloto que aprovecha una nueva tecnología sugiere que podría haber una poderosa herramienta predictiva en el horizonte.

Exploremos esta intrigante investigación y cómo la inteligencia artificial (IA) podrían ayudar a burlar los traicioneros avances del cáncer.

La IA aprende las señales del cáncer

Investigadores de Caltech y de la Universidad de Washington introdujeron cientos de miles de imágenes de biopsias de pulmón en una sofisticada red de inteligencia artificial (IA). Básicamente, desafiaron a la computadora a detectar señales visuales sutiles que distinguieran a los pacientes cuyos cánceres eventualmente se propagarían al cerebro de aquellos que no lo harían.

Y la IA demostró ser un prodigio en esta tarea predictiva. Una vez hubo aprendido, se le dieron 40 nuevas imágenes de biopsia, y pronosticó correctamente qué pacientes desarrollarían metástasis cerebrales dentro de 5 años con una precisión del 87% (¡los patólogos humanos obtuvieron un 57% de aciertos en la misma prueba!).

Más allá de darles a los médicos una herramienta para anticipar los próximos movimientos de un tumor, la IA mostró una habilidad particularmente extraña para identificar pacientes con muy bajo riesgo de metástasis. Esto les ahorraría a algunos el mazo de la quimioterapia o la radioterapia al confirmar que no es probable que sus cánceres se vuelvan cada vez más peligrosos.

Momento de enseñanza para el hombre y la máquina

Entonces, ¿cómo calcula exactamente la IA estas probabilidades?

Ahí es donde la cosa se complica. A pesar de su destreza predictiva, las máquinas no revelan con precisión a qué señales de alerta reaccionan en las imágenes.

Parece que las señales que captan tienen tantos matices que ni siquiera sus creadores pueden descifrar aún el proceso de toma de decisiones. Esta es una diferencia clave entre la inteligencia humana y la artificial: nosotros conectamos y verbalizamos conscientemente nuestros puntos de razonamiento, mientras que la IA sigue siendo una caja negra.

Los investigadores ahora están trabajando al revés, analizando de cerca en qué se fija la IA para obtener nuevos conocimientos biológicos sobre las metástasis que podemos estar pasando por alto. En lugar de reemplazar el discernimiento humano, la tecnología nos está impulsando a ampliar nuestra propia comprensión y mirar viejos desafíos con nuevos ojos mejorados por las máquinas.

Un camino prometedor pero precario

Por muy intrigante que sea este estudio, todos los involucrados enfatizan que se necesita mucha más validación antes de que el pronóstico del cáncer mediante IA esté listo para la medicina convencional.

Un golpe predictivo en un ensayo pequeño no garantiza nada: los resultados deben demostrarse de manera consistente en diversos grupos de pacientes.

También existe una cautela justificada acerca de confiar demasiado o de sobreinterpretar la IA. En última instancia, los algoritmos son tan imparciales como los datos con los que se ensaya. Si no se revisan, los prejuicios encriptados pueden agravar las disparidades.

Y aunque los patólogos agradecen cualquier herramienta que haga cada vez más precisa su tarea, se necesita una visión clara de las fortalezas y deficiencias de la IA antes de validar sus conclusiones. No es una buena idea ceder el control total a máquinas que aún no se comprenden del todo.

Así que, si bien es innegable que hemos vislumbrado un futuro apasionante, ahora es el momento de adoptar una cautela esperanzada en lugar de una exageración cegadora. Los modelos predictivos de la IA como éste no van a revolucionar la atención del cáncer de la noche a la mañana. Pero tampoco debemos rechazar su potencial.

La perspectiva más saludable puede ser dar la bienvenida a la IA como una herramienta de asesoramiento, una que funcione en estrecha colaboración con las personas, no en sustitución de ellas. Veamos la IA como un sistema de inteligencia aumentada, que mejora los poderes perceptivos de los médicos en lugar de suplantarlos.

Después de todo, la única manera de superar a un enemigo tan formidable como el cáncer es aprovechando lo mejor de la brillantez biológica y tecnológica.

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