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¿Ya incluyó un “chequeo cerebral” en su revisión anual?

Si usted tiene más de 50 años, es probable que en sus controles médicos anuales se revisen el corazón, los pulmones, el colesterol, la presión arterial, el peso y otros indicadores importantes de salud.

Pero, ¿y su cerebro?

Expertos en salud cerebral señalan que ha llegado el momento de incorporar un “chequeo del cerebro” como parte rutinaria del cuidado preventivo. Al igual que sucede con la detección temprana de enfermedades cardiovasculares, identificar a tiempo un posible deterioro cognitivo puede marcar una gran diferencia en su prevención.

Veamos en qué consiste este tipo de chequeo y por qué puede ser clave para mantener su mente ágil por muchos años más.

Una mirada a su horizonte personal

Una evaluación completa de la salud cerebral comienza por identificar sus factores de riesgo personales. Algunos pueden modificarse con cambios en el estilo de vida; otros, como la genética, no. Por eso, conocer sus antecedentes familiares y realizarse ciertos análisis de sangre—como aquellos que detectan proteínas vinculadas con el alzhéimer—puede ofrecer pistas valiosas.

Incluso es posible detectar si usted porta una variante del gen APOE4, que se asocia con un mayor riesgo de deterioro cognitivo.

Además, una revisión completa también permite detectar causas vasculares, inflamatorias o metabólicas del envejecimiento cerebral, como niveles elevados de colesterol, azúcar en sangre o resistencia a la insulina. Incluso el funcionamiento de su glándula tiroides puede influir más de lo que imagina en su claridad mental.

¿Dónde se encuentra hoy?

Una vez conocidos los riesgos, conviene establecer su capacidad cognitiva actual mediante pruebas que evalúan la memoria, la agilidad mental y la capacidad para resolver problemas. Repetir estas pruebas de manera periódica permite detectar a tiempo cualquier cambio significativo, momento en el que todavía se pueden aplicar estrategias efectivas para frenar el avance.

Tampoco hay que olvidar otras pruebas físicas que pueden tener relación indirecta con su estado mental. Por ejemplo, los estudios de densidad ósea ayudan a identificar deficiencia de vitamina D u osteoporosis, dos condiciones que aumentan el riesgo de caídas, fracturas… y con ello, un posible deterioro cognitivo más acelerado.

Asimismo, chequeos visuales y dentales permiten descartar que la visión o la salud bucal estén afectando a su rapidez mental o a su memoria.

Un plan de acción a su medida

La gran ventaja de estos chequeos es que permiten diseñar planes preventivos personalizados. Por ejemplo, si se detectan factores como hipertensión, glucosa elevada, falta de actividad física o problemas de sueño, se puede actuar desde la alimentación, el movimiento, la gestión del estrés y la mejora del descanso nocturno.

Lejos de hacerle sentir que el deterioro cognitivo es algo inevitable, los chequeos cerebrales le brindan herramientas prácticas y adaptadas a su situación para proteger su mente y su calidad de vida.

Por todo esto, quizá ha llegado el momento de considerar la salud cerebral como parte esencial de su revisión anual.

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